
Cementerio de prodigio y creatividad del hombre, con tan sólo seis paredes, es único heredero por derecho propio de los tesoros más inesperados. Mudo guardián de herramientas olvidadas, conquistadas por las implacables hordas del polvo, se estremece al oír el llanto de la tarima bajo nuestras botas. Como un desfile ensayado, metódico y en el más absoluto silencio, nos apostamos en rincones buscando espacio vital para los trípodes, y así finalmente, dar paso al sonido del obturador, resquebrajando el silencio dominante durante décadas y dando paso a un espectáculo de sombras y luces que convergen en nuestra lente... observados curiosamente por los negros y diminutos ojos de Peter (Holocnemus macho) que cuelga de una hebra.
Galería de El Hogar de Peter