Entramos en sus entrañas, permitiendo que la esencia en forma de humedad, nos abrigue en un viaje sin retorno... improntas que forman una espiral de sentimientos y sentidos, hasta alcanzar la cresta de una ola que rompe en reminiscencias atrapadas, en entes y fragmentos. Son moradores taciturnos... aquellos que ahora observan nuestras dudas ante lo desconocido, aquellos que han quedado atrapados bajo el frío manto de las sombras, aquellos que han hecho suyo el discurso del silencio. Difícil es mantenerse impasible ante las imágenes y recuerdos que transmiten estancias y objetos. Difícil evitar caer en el pozo del ayer que aún siendo frío y distante, confina con hermetismo la historia de Can Tonet, el último bastión del recuerdo.
Galería de Can Tonet
Gracias por un reportaje con tanto detalle y elaborado con un cuidado especial
ResponderEliminarGracias por apreciarlo, el compartirlo es todo un placer.
EliminarParece un buen sitio en su punto decadente perfecto, lo mejor los detalles.
ResponderEliminarSin duda, un lugar donde se esfuman las horas sin darse cuenta.
EliminarUn saludo.
Un trabajo fantástico, embriagador. Un espacio sencillamente congelado en el tiempo. Y mientras te preguntas qué pudo ocurrir, tienes la sensación que de un momento a otro aparecen sus moradores....
ResponderEliminarSaludos,
Sansan
Coincido contigo, siempre presentes entre espacios inertes... los moradores.
EliminarSaludos!!!!